Bogotá cuenta con un sistema de transporte bueno en velocidad y malo en comodidad: Transmilenio , este biarticulado o gusano rojo como muchos lo llaman, transporta a diario a cientos y miles de bogotanos que a diario van a trabajar, estudiar o simplemente a hacer una diligencia, sin embargo muchos creían que Transmilenio iba a traer algo de cultura, aquella que llaman cultura ciudadana, pero se equivocaron, fue más bien al revés.
Muchos ya se habrán acostumbrado a los empujones (también sucede en el transporte masivo de buses), a tener los bolsos y maletines al frente para poder vigilarlos y a no tener nada de gran valor en los bolsillos por aquello del ‘cosquilleo’, y hasta muchos otros se acostumbraron a sentarse en las sillas azules que son exclusivamente para:
Mujeres embarazadas
Mujeres (u hombres) con niños de brazos
Niños
Adultos de la tercera edad
Personas con lesiones o discapacitadas
Mujeres (u hombres) con niños de brazos
Niños
Adultos de la tercera edad
Personas con lesiones o discapacitadas
Lo peor de todo es que mucha de la gente que se sienta en las sillas azules no las necesita y cuando ven a alguien con alguna de las condiciones anteriormente mencionadas no se levantan y siguen ahí como si las sillas fuesen de su propiedad. Da la impresión de que lo que en otros países se llama respeto, aquí (o al menos dentro de Transmilenio) se llama ignorancia, porque pareciera que la gente no sabe leer ni acata las ordenes que maneja Transmilenio. Lo peor de todo es que en las estaciones en todo momento se está explicando para quienes son las sillas azules, realmente no hay derecho para el abuso.
no hay color que valga ni silla para los bogotanos ya que la gente se acomoda en estas sillas y se hacen los dormidos para que la gente que realmente si necesitan la silla no se sienten en estas sillas
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